En una nota anterior, publicada luego de las elecciones que le dieron el triunfo a Joe Biden, terminé con lo que hoy parece una predicción demasiado optimista (¿o naif?). Creí que, a medida que se hicieran más claros los resultados de las elecciones generales de 2020, y se continuaran cayendo las ideas infundadas de fraude, el liderazgo de Trump se iría disolviendo. No parece ser el caso. Ya en un nuevo período electoral (elecciones de medio término), la persistente influencia de Trump está siendo especialmente clara.
En noviembre de este año se llevan a cabo en Estados Unidos las elecciones de medio término, donde se renueva la totalidad de la cámara de diputados y la mitad de la cámara de senadores. Los resultados determinarán si Joe Biden podrá completar su período con mayorías parlamentarias o no. Además, se eligen gobernadores en 36 estados y un número de puestos locales que, a pesar de ser poco significativo para la mayoría de ciudadanos, juegan un importante rol en la práctica de la democracia.
El trumpismo ha marcado la agenda de este proceso electoral con un tema que deja en evidencia su protagonismo: la contumaz discusión sobre la legitimidad de las elecciones nacionales de 2020, lo que Trump ha denominado “la gran mentira”
ELECCIONES FRAUDULENTAS: the “big lie”
En mayo de 2021, cinco meses después de que Joe Biden asumió la presidencia, Liz Cheney (hija de quien fuera vicepresidente del último George Bush), diputada Republicana y 3era. en liderazgo del partido, fue destituida de su posición partidaria luego de insistir en que las elecciones de 2020 fueron legítimas y reprochar a quien dijera lo contrario (especialmente a Trump). Apenas un puñado de líderes Republicanos acompañaron a Cheney. Tal vez haya más legisladores que – en privado- compartan su postura, pero hacerlo público podría tener enormes costos electorales. Las encuestas siguen indicando que la mayoría de votantes Republicanos no creen que las elecciones fueron del todo limpias.
En efecto, al recoger opiniones entre los partidarios del “GOP” sobre la legitimidad de las elecciones, una encuesta publicada en enero de este año encuentra que solo el 6% cree que fueron “definitivamente legítimas”, mientras el 15% entiende que fueron “probablemente legítimas”[1]. Las cifras varían según las encuestas, pero en general se encuentra que más del 50% de Republicanos tienen serias dudas sobre los resultados de las elecciones[2].
Las reacciones a los acontecimientos en el Capitolio en enero de 2021 – la asonada en respuesta al supuesto fraude- también indican una fuerte división entre votantes. Los Republicanos que han rechazado públicamente ese episodio son contados con los dedos de una mano. Es más, aquellos que sí lo han hecho han recibido duras críticas de otros miembros del partido. Hace unos meses, dos legisladores Republicanos “anti-Trumpistas” fueron censurados por su propio partido por formar parte del comité legislativo que investiga los hechos del 6 de enero. La condena se debe a su disposición de colaborar con los Demócratas en la “persecución de ciudadanos comunes comprometidos con un discurso político legítimo[3]” y por apoyar esfuerzos del partido Demócrata para “destruir al Presidente Trump”.
Nuevamente, los políticos parecen estar alineados con la opinión de los votantes Republicanos quienes, en su enorme mayoría, creen que se le está prestando demasiada atención a los eventos de aquella infame jornada, mientras que lo contrario ocurre entre Demócratas[4]. A su vez, mientras el 39% de Republicanos creen que los eventos de ese día fueron muy violentos, la cifra asciende a 87% entre Demócratas[5].
Eventualmente estas cifras, al igual que las opiniones sobre las elecciones, pueden estar sobre-estimando el porcentaje de personas que realmente cree estas cosas. Es probable que algunos contesten lo que deje mejor parado al partido, lo que en la literatura de la disciplina se llama “partisan cheerleading”: aunque la persona conoce la “respuesta correcta”, decide dar una respuesta que apoye a su partido. Por ejemplo, Shaffner y Luks[6] exponen las fotos de las inauguraciones de Obama y de Trump a participantes de su investigación y les piden indicar cuál tiene más personas. Encuentran que el 15% de Republicanos contestan que la inauguración de Trump tuvo más participantes, aun cuando la foto deja en clara evidencia lo contrario.
Pero también es probable que las personas estén contestando genuinamente, lo cual se puede explicar por el proceso de “razonamiento motivado”. En este escenario, las personas forman opiniones y actitudes consistentes con su afiliación política. Le otorgan menos peso o desestiman cualquier información contradictoria y buscan información consistente con sus creencias[7].
Y, aunque no es sencillo diferenciar entre estas dos posibilidades, varios autores han tratado de diseñar experimentos que permitan hacer esta distinción, en general a través de incentivos (muchas veces monetarios) a contestar correctamente. Algunos de los hallazgos más recientes indican que las diferencias en las opiniones de Demócratas y Republicanos no se deben a que simplemente están “animando” a su partido. En cambio, hay una diferencia real en las creencias de los partidarios acerca de qué es verdad y qué no. Peterson e Iyengar[8] desarrollaron un experimento en el que le presentaban a las personas una serie de presuntos hechos, entre ellos, que Obama introdujo escuchas telefónicas en el hotel Trump o que los inmigrantes ilegales cometen más crímenes que ciudadanos (ambas afirmaciones falsas pero muy politizadas – y promovidas por Trump durante su presidencia). Las diferencias iniciales acerca de su verdad o falsedad entre Republicanos y Demócratas superaron los 40 puntos porcentuales; luego de los incentivos a responder correctamente, se mantuvo casi el 70% de esa diferencia.
Una de las pistas más recientes sobre este fenómeno proviene de un estudio publicado en enero de este año[9], donde se aplicó el método del “list experiment” para estimar cuántas personas creen que las elecciones fueron fraudulentas. En este método, se expone a las personas a una serie de hechos/frases, y ellos simplemente indican aquellas que a su juicio son verdaderas. Al no preguntar directamente la creencia en la legitimidad de las elecciones, este método puede reducir algunos de los sesgos mencionados anteriormente. El estudio encuentra que solo un 28% de Republicanos cree que Biden fue electo legítimamente.
En resumen, la literatura parece indicar que hay una división real en las opiniones entre Demócratas y Republicanos, al menos sobre este tema hiper politizado. Y esto tiene consecuencias importantes en varias dimensiones, pero reflexionemos brevemente sobre las consecuencias inmediatas en este ciclo electoral.
ELECCIONES DE MEDIO TÉRMINO
Durante el mes de mayo se da la primer gran tanda de elecciones primarias, donde cada Estado elige sus candidatos para las elecciones de noviembre[10]. Los analistas están mirando con atención las primarias Republicanas, donde ha sido central el rol de Donald Trump y, por ende, la discusión sobre la legitimidad de los resultados del 2020.
Sobre el total de más de cien candidatos que han sido respaldados por Trump para distintos puestos, el 70% apoya la idea de las elecciones fraudulentas (votaron en contra de certificar los votos de 2020 o han tomado posturas públicas criticando el proceso)[11]. Hasta ahora, la mayoría de estos candidatos ha ganado[12]. Algunos casos ilustrativos: en Pennsylvania, Doug Mastriano será el candidato Republicano para Gobernador, un personaje que no solo repitió la idea del fraude, sino que apoyó activamente los esfuerzos por deslegitimar los resultados[13]. Otro caso revelador de la importancia de “la gran mentira”: Mo Brooks, un candidato trumpista al senado, tenía el apoyo de Trump hasta que en un mitin introdujo en su discurso la idea de que hay que mirar hacia adelante y olvidarse de lo ocurrido en las elecciones 2020. Esto, para Trump, fue una traición, y le retiró su apoyo, argumentando que “si nos olvidamos, los Demócratas de la izquierda radical van a seguir robando elecciones (…) El fraude electoral debe ser perseguido y detenido, o no tendremos más un país”[14].
Además de lo dañino que puede ser este discurso, si estas personas ganan las elecciones de noviembre, tendrán acceso a distintos mecanismos para bloquear la certificación de elecciones que consideren fraudulentas. En varios Estados, los gobernadores tienen la potestad de cambiar algunas reglas electorales, como la habilitación del voto temprano o del voto por correo, lo cual afectaría desproporcionadamente a las minorías. En estas elecciones también se elige a la persona encargada del proceso electoral en el Estado (Secretary of State) y, a pesar de ser cargos que no atraen la atención mediática, Trump también les ha dado apoyo a ciertos candidatos, precisamente por el peso de esta posición a la hora de las elecciones. En Arizona, el candidato respaldado por Trump, Mark Finchmen, fue uno de los legisladores que apoyaron una resolución para negarle los 11 votos del colegio electoral de Arizona a Biden. Además, promueve la prohibición de la votación electrónica, argumentando que no es confiable.
Los legisladores también juegan un rol importante a la hora de una elección disputada. Recordemos que, en enero de 2021, cuando el parlamento iba a certificar las elecciones, alrededor de 140 legisladores votaron en contra, justificando irregularidades en el conteo de Arizona y Pennsylvania. Si aumenta el número de legisladores, gobernadores, y secretarios de estado que apoyan estas ideas, no sería descabellado pensar en un escenario donde, frente a un triunfo Demócrata, no se certifiquen los resultados electorales.
Las palabras de Levitsky y Ziblatt en How Democracies Die[15] suenan cada vez más familiares: el declive de las democracias ya no se da a través de actos radicales y violentos como golpes de estado, sino más bien de manera gradual y hasta imperceptible, a veces hasta usando las mismas instituciones democráticas para socavarla. También suena cada vez más familiar una segunda idea destacada del libro: la importancia de las normas democráticas tácitas, entre ellas la tolerancia entre ganadores y perdedores. A la luz de las precedentes consideraciones, las perspectivas para el futuro de este país no son halagüeñas. Tampoco para la región: podría agudizar situaciones incómodas como la que se está presenciando actualmente con la próxima Cumbre de las Américas, cuyo anfitrión es EE.UU. (se celebrará en Los Angeles el 6 de junio), en donde está en duda la presencia de varios líderes de la región -incluyendo los de México y Brasil.
[1] https://polsci.umass.edu/toplines-and-crosstabs-december-2021-national-poll-presidential-election-jan-6th-insurrection-us
[2] https://www.ipsos.com/en-us/seven-ten-americans-say-country-crisis-risk-failing
[3] “Democrat-led persecution of ordinary citizens engaged in legitimate political discourse"
[4] https://www.pewresearch.org/fact-tank/2022/02/08/fewer-americans-now-say-trump-bears-a-lot-of-responsibility-for-the-jan-6-riot/
[5] https://apnorc.org/projects/a-year-later-who-is-to-blame-for-the-attack-on-the-capitol/
[6] Schaffner, B. F., & Luks, S. (2018). Misinformation or expressive responding? What an inauguration crowd can tell us about the source of political misinformation in surveys. Public Opinion Quarterly, 82(1), 135-147.
[7] Bolsen, T., Druckman, J. N., & Cook, F. L. (2014). The influence of partisan motivated reasoning on public opinion. Political Behavior, 36(2), 235-262.
[8] Peterson, E., & Iyengar, S. (2021). Partisan Gaps in Political Information and Information‐Seeking Behavior: Motivated Reasoning or Cheerleading?. American Journal of Political Science, 65(1), 133-147.
[9] https://www.washingtonpost.com/politics/2022/01/07/republicans-big-lie-trump/
[10] Las primarias continúan hasta septiembre
[11] https://fivethirtyeight.com/features/more-than-70-percent-of-trumps-endorsees-believe-the-2020-election-was-fraudulent/
[12] https://fivethirtyeight.com/features/trumps-candidate-lost-in-nebraska-but-trump-is-still-winning-most-of-his-primaries/
[13] https://www.theguardian.com/us-news/2022/may/20/doug-mastriano-pennsylvania-republican-governor-trump
[14] https://www.donaldjtrump.com/news/news-kgcbf8ez9e1768
[15] Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). How democracies die. Broadway Books.
Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.