jueves, 21 de agosto de 2014

Esta tierra es mía


Para empezar quisiera disculparme porque a continuación creo que voy a romper un par de reglas de este fermental blog. En primer lugar he decidido acompañar este texto con un video animado. En segundo lugar, me voy a permitir escribir sobre un tema que no es mi área de trabajo y reflexión habitual.

Antes de continuar con la lectura, quisiera sugerir a quienes estén leyendo este post, que se tomen algo más de 3 minutos para ver el excelente video animado de Nina Paley que acompaña este texto.

El mensaje del corto resulta sencillo. Describe el actual conflicto entre Israel y Palestina como el resultado de una larga sucesión histórica de conquistas, desplazamientos y muertes de los habitantes del territorio por sus nuevos ocupantes. Al observar dicha sucesión resulta evidente la irracionalidad de cualquier pretensión de legitimidad de la ocupación de dicho territorio (ya sea por parte de árabes, judíos u otros) y la exclusión de los demás de dicho derecho. Al menos debería resultar irracional para aquellos que consideren que dicha legitimidad debería tener un origen distinto a la voluntad divina.

Sin embargo, mi intención no es utilizar los párrafos siguientes para opinar sobre el curso del conflicto entre árabes y judíos por los territorios que actualmente ocupan Israel y Palestina. Mi objetivo es generalizar el razonamiento. La pregunta que me surgió, luego de ver el corto, fue la siguiente ¿Qué tan aplicable es lo que se dice sobre Israel y Palestina a los demás estados del planeta? Mi respuesta inmediata fue que es totalmente aplicable. La única diferencia, entre los casos de Isreal y Palestina y los demás países, radica en qué tan recientes son o han sido los conflictos violentos para dirimir quienes ocuparán los territorios que forman los estados-naciones actuales. Pero la distancia en el tiempo no agrega ni una pizca de racionalidad a las pretensiones de legitimidad de la ocupación de un pedazo del planeta y la exclusión de los demás seres humanos.

Todos los estados del mundo se han creado sobre la base del exterminio y/o la usurpación, en algún momento de la historia, de sus habitantes anteriores.

Para justificar este desagradable hecho, en los últimos siglos surgieron y se desarrollaron los nacionalismos como ideología que busca legitimar estos procesos. La idea central de estas ideologías es que cada nación tiene el derecho a tener su propio estado. A su vez, presuponen que previo a la conformación de dichos estados, ya existía un conjunto de personas que compartían una identidad nacional.

Sin embargo, los puntos de partida de estas ideologías son racionalmente insostenibles. Las identidades nacionales no son previas a la realidad histórica, sino que han sido construidas por la ideología nacionalista y los estados. Por otro lado, el nacionalismo no es capaz de dar una definición rigurosa de la identidad nacional. Y, aunque lo lograra, no hay ninguna explicación para legitimar porque cierto conjunto de personas tendrían derecho a ocupar tal o cual pedazo de la Tierra y no otro.

En el mundo contemporáneo lo que existe es un acuerdo bastante inestable entre fantasmas para no andar pisándose la sábana, pero donde todos los estados-naciones son fantasmas.

Estos párrafos constituyen una reinvindicación del antinacionalismo. Pero no solo porque los nacionalismos han sido las ideologías que han buscado legitimar gran parte de la barbarie de la historia de la humanidad de los últimos dos siglos (en los siglos anteriores el primer puesto en este ranking se lo llevaron las religiones). Sino porque además, considero que se trata esencialmente de una ideología anti-igualitarista (o dicho de otro modo, de derecha).

Básicamente el nacionalismo justifica el hecho de que un conjunto de personas (debido a su origen étnico, religioso, cultural, etc.) tengan  ciertos derechos de los que se excluye al resto de los seres humanos. Esos derechos no son otra cosa que la posibilidad de vivir en un lugar, beneficiarse (en forma desigual) de los recursos económicos disponibles en el territorio, etc. Si además se trata de un país con un gobierno más o menos democrático, tendrá también el derecho de incidir marginalmente en el rumbo que tome dicho estado.

Francamente no se me ocurre una buena razón por la cual un uruguayo (debido a que parte de su identidad incluye cosas como el gusto por el asado, el fútbol y las tortafritas) deba tener los mencionados derechos referidos a Uruguay y no, por ejemplo, un camboyano.

Una respuesta habitual, consiste en afirmar que la diferencia es que el uruguayo nació en Uruguay, entonces obviamente tiene que tener esos derechos. Sin embargo, yo nací en el Casmu 3, nací en Montevideo, nací en Uruguay, nací en Sudamérica y en la Tierra. Entonces ¿por qué mis derechos han de estar circunscriptos a la frontera de Uruguay y los del camboyano a Camboya? Esa respuesta encierra un razonamiento circular. Los uruguayos tendríamos esos derechos y para usufructuarlos podríamos legítimamente constituir un estado, pero habríamos obtenido esos derechos gracias a que ese estado ya existía y nacimos en él.

Para alguien que desee un mundo sustantivamente más igualitario, su postura en materia de política internacional debería ser oponerse a todos los nacionalismos. Empezando por el propio.

2 comentarios:

  1. Estimado Andrés, hay algunos puntos que no termino de entender.

    Para empezar, no me queda muy claro cómo este artículo aporta a este sitio a "...discutir algunos de los temas que consideramos cruciales para la coyuntura y el futuro de Uruguay..." tal como se auto-define. Seguramente me estoy perdiendo algo y te pido disculpas por ello.

    En cuanto a lo plasmado "...Las identidades nacionales no son previas a la realidad histórica, sino que han sido construidas por la ideología nacionalista y los estados..." no me queda muy claro cómo se aplica al caso de los armenios, los kurdos o los judíos. Estos fueron los primeros 3 casos que se me ocurrieron en los que la identidad nacional existía MUCHO antes de la creación del estado.

    Por último, concuerdo en que en algunos casos los nacionalismos traen como consecuencias barbaries (un ejemplo claro y reciente es la Alemania nazi) pero considero que en muchos casos el nacionalismo (y la necesidad de un estado propio) simplemente proveen al pueblo, etnia, religión o lo que fuera la posibilidad de vivir en libertad. Y acá me surge la pregunta: por qué los armenios no tendrían derecho a tener su propio estado?

    Espero que los puntos hayan quedado claros. Saludos!

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  2. Patricia mi opinión sobre la pertinencia de este debate a la hora de pensar el futuro de Uruguay es simplemente que todo lo dicho se aplica también a Uruguay. No se trata de una discusión abstracta sobre el planeta en que vivimos. Si estuviéramos de acuerdo en que el nacionalismo ha cumplido un rol negativo en la historia de la humanidad y que, lamentablemente, lo seguirá haciendo en el futuro cercano, deberíamos hacer algo al respecto. Acá en Uruguay. Por ejemplo, eliminar el patético ritual de la Jura de la Bandera. O que niños de 7 años no canten nunca más atrocidades como “no reclamo más honor que morir por mi bandera”. El tema es que el nacionalismo sea probablemente la ideología con mayor difusión en el planeta. Incluso en un país laico como Uruguay es así. El laicicismo uruguayo es medio trucho. Hacer proselitismo ideológico en una escuela pública está prohibido. Salvo si esa ideología es el nacionalismo. Si alguien hace cantar La Internacional o Cara al sol a los niños en una escuela, probablemente la enorme mayoría de los uruguayos pensaría que está mal. Pero cantar el Himno Nacional y jurar la bandera está muy bien. El nacionalismo es la ideología oficial del estado. En Uruguay y en casi todo el mundo.

    Sobre el segundo punto. Vos das por hecho que los armenios, judíos y kurdos han constituido una nación desde hace muchos siglos. Te desafío a que encuentres una definición que considere los requisitos de una comunidad de personas para constituir una nación ¿Qué elementos comunes de un grupo de personas constituyen una identidad nacional? ¿Alcanza con la religión o con el idioma? ¿Es posible delimitar a la comunidad relevante con su identidad nacional? ¿Tenían esos elementos en común en 1890 un judío descendiente de alemanes que vivía en Montevideo y otro que vivía en Bagdad al igual que 20 generaciones anteriores? Hoy existen miles de grupos que forman diferentes combinaciones donde comparten idioma y religión. Sin un estado, tal como lo hacían armenios y judíos. ¿Todos deberían tener derecho a un estado? Deberían tenerlo gitanos, alauitas, cientólogos, etc.? Aun si pudieras tener una respuesta para cada uno de esos grupos ¿Qué pedazo del planeta le debería tocar a cada uno?

    Sobre el tercer punto. Puede ser que los nacionalismos hayan cumplido un rol positivo en la historia de la humanidad cuando su objetivo fue la independencia de una potencia imperial. Seguramente un mundo de estados-naciones sea un mejor arreglo que un mundo de imperios, donde una minoría de sus habitantes son ciudadanos y los demás no. Sin embargo, nacionalismo independentista e imperialismo no son concepciones independientes. Son las dos caras de la misma moneda. Cuando un nacionalismo es débil busca la independencia. Pero si tiene el suficiente poder, buscará expandirse. En todo caso, que un mundo de estados-naciones sea algo mejor que un mundo de imperios, no significa que debamos quedarnos ahí.

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