EDUY21 y la necesaria revolución educativa

Créditos: DATA Uruguay. ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-SA 2.0). 
El 16 de mayo, EDUY21 lanzó su Libro Abierto: Propuestas para apoyar el acuerdo educativo. Es un documento elaborado por un amplio conjunto de educadores y educadoras y otras personas vinculadas a las políticas educativas, cuya intención es promover la discusión y ayudar a llegar a consensos políticos sobre los cambios que necesitamos procesar en nuestro sistema educativo. El objetivo de esta entrada es contribuir a visualizar y comenzar a discutir algunas de las propuestas incluidas en el Libro Abierto.

Lo primero a destacar es la enorme importancia de la contribución de EDUY21. Es imposible exagerar la importancia y urgencia que tiene procesar estos cambios para nuestro país. La situación de nuestro sistema educativo está cada día que pasa limitando las capacidades de desarrollo y oportunidades de vida de cada uno de los niños, niñas y adolescentes que pasan por el sistema educativo, y contribuyendo a deteriorar a nuestra sociedad en su conjunto. Esta situación de rezago material y sustantivo es injustificada en relación a nuestros niveles de ingreso, desigualdad y pobreza. En este contexto de inexcusable retraso en la implementación de reformas estructurales en el sistema educativo, el esfuerzo de EDUY21 por generar una propuesta independiente para buscar consensos sociales y políticos es una luz de esperanza.

Esto no quiere decir que no se hayan hecho avances en las últimas décadas y en particular durante los gobiernos del Frente Amplio. Por el contrario, se han realizado importantes avances que van en la misma línea de algunas de las propuestas de EDUY21, y que son detallados y debidamente reconocidos en el capítulo 2 del libro. Sin embargo, estos cambios no afectan la forma en que está organizada la educación. Las metas que propone EDUY21 (ver recuadro 1), y con las que creo que la mayoría de los actores relevantes estarán de acuerdo al menos en lo cualitativo, constituyen desafíos significativos. Para lograrlas es necesario un cambio radical, una revolución de la educación, que necesitará de un alto nivel de consenso político para ser viable. Si bien se están logrando mejoras, no se podrán lograr los objetivos propuestos sólo con cambios marginales. Se necesita un empuje mucho más fuerte y una reforma profunda en lo institucional.


Recuadro 1: Metas. Resumen de prensa Libro Abierto. 


Para lograr estas 7 metas, el Libro Abierto de EDUY21 propone 6 herramientas, que se relacionan con aspectos pedagógicos, institucionales y estratégicos  (ver recuadro 2).  Todos estos aspectos son importantes, y otra ventaja de la iniciativa es que reúne un equipo multidisciplinario para tratar estos temas. En lo que resta de esta nota me voy a concentrar sólo en algunos aspectos de diseño institucional, que son la clave para generar dentro del sistema educativo los incentivos e información necesarios para todos los actores de tal forma de lograr las metas que se proponen. Creo que éste es seguramente uno de los temas en los que los y las economistas tenemos más para aportar, y se vincula estrechamente con los conceptos que discutí en una entrada anterior en Razones y Personas.


Recuadro 2: Herramientas Resumen de prensa Libro Abierto.

Entre las propuestas vinculadas al diseño institucional, creo que se destacan tres elementos centrales que están fuertemente entrelazados:
  1. Una reorganización de responsabilidades en los diferentes niveles de toma de decisión, desde el CODICEN y el Ministerio de Educación hasta cada centro educativo.
  2. Una reestructuración de la carrera docente. 
  3. La generación, utilización y difusión de información en todos los niveles de decisión, permitiendo una rendición de cuentas apropiada a cada nivel de responsabilidad.

Uno de los elementos centrales de la propuesta de reorganización de responsabilidades, es un aumento significativo el grado de autonomía de los centros educativos. Partiendo de una realidad de extremo centralismo en las decisiones, la propuesta de EDUY21 propone avanzar fuertemente en el aumento de la autonomía de los centros, tanto en los aspectos educativo-pedagógicos, como en la gestión de recursos humanos y materiales. En la entrada anterior manifesté que el éxito de las reformas que aumentan la autonomía de los centros está asociado a dos aspectos clave: primero, el fortalecimiento y equiparación de las capacidades locales, y segundo, el diseño de mecanismos de incentivo y monitoreo que aseguren que las decisiones que los centros tomen estén orientadas a mejorar el rendimiento escolar. Ambos aspectos son fundamentales para asegurar que la autonomía no lleve a una agudización de las inequidades preexistentes, sino que por el contrario las reduzca. Esto se vincula estrechamente con los otros dos elementos de la propuesta de diseño institucional: los cambios en la carrera docente, y los mecanismos de utilización de información y rendición de cuentas.

En cuanto a la carrera docente, es crucial diseñar el sistema de forma tal que genere incentivos para la entrada a la carrera docente de mejores potenciales docentes; que los mismos tengan excelente formación de grado y posgrado; y que continúen a lo largo de la carrera comprometidos con el aprendizaje de sus estudiantes y su propia formación continua. Además, dado que se va a otorgar mayor autonomía a los centros, es importante que quienes trabajan en cada centro estén comprometidos con el proyecto de centro. Las propuestas de EDUY21 avanzan en este sentido. Por ejemplo, se plantea que una gran parte de docentes estén radicados en un centro educativo, que permanezcan en el mismo al menos 3 años, y que los directores cuenten con mecanismos para influir en qué profesores trabajan en su centro (desde la elección de a quién contratar hasta la participación en la evaluación de los docentes). Los incentivos a los docentes que se proponen están asociados a los mecanismos de ascenso de grado y el ordenamiento de prioridad para la elección de centros y horas, en los cuales se incorporará a la ya utilizada antigüedad, el cumplimiento de asistencia, la formación y desarrollo profesional, y la evaluación del director, inspectores, y padres y alumnos. Asimismo, algo que se menciona brevemente pero que creo que es clave, es otorgar más recursos a los centros de contexto desfavorable para que puedan atraer mejores docentes, así como comprar materiales de trabajo para compensar la menor capacidad de contribución de los padres.

El tercer elemento, la generación, utilización y difusión de información, es clave y transversal a los dos anteriores. La sección sobre la propuesta de un sistema de evaluación en educación comienza con la siguiente frase: “Los sistemas educativos existen para que los alumnos aprendan”. Otorgar mayor autonomía a los directores y grupos docentes puede lograr resultados opuestos a los buscados si no se acompaña de monitoreo y rendición de cuentas. La propuesta de EDUY21 enfatiza fuertemente la incorporación de evaluación basada en inspecciones, evaluaciones cualitativas, y de las opiniones de padres y alumnos. Propone también la incorporación de evaluaciones estandarizadas al final de cada nivel, aunque no parece haber en el documento abierto una propuesta muy clara de cómo será utilizada esta información en el marco del nuevo diseño institucional. En particular, creo que se necesitará trabajar más sobre los mecanismos de evaluación de los directores o equipos directivos de los centros, de forma de incentivar los proyectos que logren, no tanto los mejores resultados absolutos, sino fundamentalmente el mayor valor agregado en relación al contexto socio-económico de los estudiantes. Mayor autonomía permite premiar a los centros mejores gestionados, pero esto tiene que ser acompañado de mecanismos que aminoren las desigualdades. Por un lado, dirigiendo más recursos a centros con excelente gestión pero con problemas de contexto. Segundo, fortaleciendo mecanismos de formación y apoyo para gestiones que no logren mejorar la calidad de la educación en relación al contexto donde se encuentran. Así, deben implementarse también mecanismos que generen cambios de dirección en los casos de incumplimiento sistemático de las metas establecidas.

Finalmente, quiero cerrar con lo que creo que puede ser uno de los principales escoyos políticos para la implementación de estas propuestas: su costo. No contamos aún con una estimación del presupuesto necesario para implementar estas propuestas, aunque EDUY21 declara estar trabajando en esto. Aún sin tener estos números, sólo mirando la propuesta se pueden extraer dos reflexiones. Primero, sin dudas se va a necesitar un gran esfuerzo presupuestal. Por ejemplo, para lograr las metas de acceso, egreso y aumento del tiempo de instrucción, será necesario invertir significativamente en infraestructura y en el reclutamiento de más docentes. Este esfuerzo será grande, pero es necesario. Pocos gastos o inversiones del estado tienen un retorno social potencial tan alto y tan ampliamente distribuido en la población. Los partidos políticos que afirmen estar de acuerdo con estas propuestas deberán también comprometerse a alcanzar estos niveles de inversión. Es central entender en el marco del debate político de la próxima campaña electoral que es realmente muy improbable que esto salga solamente de ahorros de eficiencia en el estado, por lo que será necesario discutir cómo se van a financiar estos aumentos del gasto (ya sea con aumentos de impuestos o endeudamiento, es decir cargándole el costo a las generaciones presentes o futuras). Segundo, el presupuesto no es ilimitado, y seguramente van a haber restricciones que impongan limitaciones a algunas de las propuestas que se quieren implementar. Será necesario entonces basar las políticas en estudios y evidencia y utilizar estos elementos para elegir cuáles son las inversiones más prioritarias, y realizar evaluaciones periódicas que permitan redirigir el gasto hacia las acciones más efectivas.

La discusión sobre una reforma integral y necesaria de nuestro sistema educativo ha sido postergada ya muchísimo más de lo que debería. Esto nos está ya costando muy caro, y a nivel país sencillamente nos puede llegar a costar el futuro. La propuesta de EDUY21 es un excelente punto de partida para la discusión política y conceptual, y muchos actores han manifestado ya su apoyo a sus grandes ejes. Sin embargo, como en toda reforma, los elementos centrales para su éxito o su fracaso se encuentran en la ejecución. Para que esta reforma, o revolución, sea viable y sea ahora, debemos comenzar a discutir y ponernos de acuerdo en su implementación, y en cómo la vamos a financiar.

Informemos a la gente de su posición en la distribución del ingreso

De un tiempo a esta parte, la proporción de uruguayos que apoya o se manifiesta a favor de políticas redistributivas viene decreciendo, y la proporción que entiende que los pobres son pobres por flojera o falta de voluntad viene creciendo.[1] Esto puede ser una traba a la mejora y reformulación de políticas existentes o al desarrollo de otras nuevas, o ser algo problemático “en si mismo”. Ver por ejemplo notas de Gonzalo Salas y Andrea Vigorito.[2]

Por otra parte, existe evidencia empírica que muestra que parte de las preferencias y opiniones de las personas en temas redistributivos y demás, están asociadas (entre otros factores) a su percepción sobre su propia posición en la distribución del ingreso (ver por ejemplo Alesina y La Ferrara, 2005). El apoyo a la redistribución esta inversamente relacionado con la posición en la distribución del ingreso en la que los individuos creen estar. Digo “creen” ya que existe evidencia empírica que muestra como los individuos de la parte baja de la distribución tienden a pensar que ocupan una mejor posición en la distribución, en tanto lo opuesto ocurre para los que se encuentran en la parte alta de la distribución (ver por ejemplo Ravallion, 1999). [3]

En este contexto, este articulo propone una medida de relativo bajo costo y fácil implementación que ayude en reducir los errores de percepción, con la esperanza de afectar las opiniones y preferencias de los uruguayos en torno a temas redistributivos: informar a los individuos dónde se encuentran en la distribución nacional del ingreso. Luego de discutir algunos detalles metodológicos, ejemplifico la idea ubicando las remuneraciones pagadas en la Universidad de la Republica (UdelaR) en la distribución del ingreso observada en 2017.

Qué se informa

Propongo informar de la posición que se ocupa en la distribución individual del ingreso del país, a grosso modo. Por ejemplo, explicando a los individuos que sus ingresos mensuales se ubican en el primer cuartil de la distribución, o el segundo, o en los siguientes deciles hasta el top 90% y top 95%. Nótese que mayor precisión pone más presión sobre los datos y amplifica el efecto de errores de medida y otros problemas derivados de la base de datos concreta a utilizar.

Parte importante de la discusión sobre lo que se informe radica en como se calcula y en base a que datos. Una propuesta “de máxima” consiste en informar esta posición a nivel individual, calculada “en tiempo real” o con el menor rezago posible. En teoría la DGI y/o el BPS podrían calcular los umbrales de ingreso deseados en base a los datos del propio mes (o de un numero x de meses atrás), lo que implica usar el universo de perceptores de ingresos formales. Lo positivo es la contemporaneidad del cálculo y el tamaño de la muestra; lo negativo y problemático es la omisión de los trabajadores informales: esta exclusión necesariamente lleva a estimaciones sesgadas de la posición de los individuos en la distribución del ingreso. Además, algo poco práctico es la necesidad del cálculo mes a mes, la magnitud y complejidad de la base de datos para el cálculo y el hecho de que estos datos no son públicos.[4]

Una alternativa consiste en computar estas posiciones con información del Instituto Nacional de Estadistica (INE) en base a datos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) que se estuviere realizando ese mismo año. Lo positivo es la inclusión de trabajadores informales, y lo negativo es trabajar con una muestra en vez del universo de individuos. Por ejemplo, sabemos que la ECH no hace un muy buen trabajo captando los ingresos de los individuos de mayores ingresos de la sociedad, potencialmente sesgando (al alza) lo que se reporte.[5] De aquí que, a menor nivel de precisión en la información brindada, menor la preocupación por los problemas derivados de los datos usados. [6]

Una propuesta “de minima”, de menor costo y mayor factibilidad consiste en estimar los umbrales con datos de la ECH del año anterior. Esto conserva la ventaja de incluir trabajadores informales y los inconvenientes de trabajar con muestras, y agrega la necesidad de ajustar por inflación los valores observados. Esto introduce errores de medida cuya gravedad depende, entre otras cosas, del nivel de precisión de la información a reportar, y agrega la ventaja de replicabilidad o chequeo externo.

Como discusión aparte, estimar e informar a nivel individual tiene otros problemas. Por ejemplo, , ya que los individuos viven en hogares. Dos personas con el mismo nivel de ingreso se encontrarán en el mismo lugar en la distribución individual de ingreso pero podrían estar en distinto lugar en la distribución a nivel de hogar. Por ejemplo, si uno es soltero y vive solo, y el otro es jefe de hogar de una familia con dos hijos, una pareja y una persona mayor a cargo. Probablemente las opiniones y percepciones de los individuos dependan más del nivel de bienestar al que acceden en tanto miembros del hogar (aproximado por ejemplo por su ingreso per cápita dentro del hogar). Una solución potencial seria brindar información complementaria bajo algún supuesto de conformación del hogar, como se discute más adelante.

Cómo se informa

Un escollo importante es que conceptos como quintiles, deciles o percentiles en una distribución no están extendidos en toda la población. Una forma de superar el problema consiste en usar una formulación del tipo “En Uruguay, aproximadamente dos millones de personas reciben algún tipo de ingreso en Uruguay hoy en día. ¿sabia usted que su ingreso mensual es aproximadamente superior al de 500.000 de estas personas?” Y referir cuando corresponda a 1.000.000, 1.200.000, 1.400.000, 1.600.000, 1.800.000 y 1.900.000 personas (percentiles 25, 50, 60, 70, 80, 90, y 95).[7] Para atacar el problema de la conformación del hogar, podría agregarse una frase del tipo “En promedio, en Uruguay hay aproximadamente un millón de hogares, compuestos por tres personas. Si usted fuera el único perceptor de ingresos de un hogar conformado por usted y otras dos personas, el ingreso mensual de su hogar seria superior al de X de estos hogares”. Esto torna mucho más compleja la información provista y no deja de ser una mala aproximación para buena parte de los casos.

Respecto a cómo hacerle llegar esta información a los individuos, una propuesta “de máxima”, ambiciosa, consiste en incluirla obligatoriamente en los recibos de remuneraciones, jubilaciones, pensiones, o ingresos en general. A priori no parecen necesitarse mayorías parlamentarias especiales para esto; por ejemplo, el contenido de los recibos de sueldo parece ser modificable por decreto. Una propuesta “de mínima”, más factible y menos costosa, consiste en que el Estado implemente esta práctica voluntariamente. Vale decir, que informe la posición en la distribución a todos sus empleados y personas a las que les suministra algún ingreso (jubilaciones, por ejemplo). La ECH 2017 por ejemplo registra aproximadamente 240.000 asalariados en el sector público y unos 360.000 jubilados y pensionistas por BPS; la cobertura podría alcanzar entre 20% y 25% de la población mayor de 14 años.[8] Esto en principio requiere solamente de voluntad, capacidad técnica y el rediseño del recibo de sueldo, jubilación, pensión, etc. Como propuesta “intermedia”, la inclusión de asalariados privados podría negociarse en el marco de los Consejos de Salarios, y por supuesto existe la adhesión voluntaria por parte de empleadores.

Aplicación concreta

Aquí aprovecho que varias reparticiones del Estado pagan acorde a una escala fija, invariante en el año, y publica; por lo que es posible por ejemplo acceder a la escala de remuneraciones usada por ANCAP, ANEP, el BHU, etc. En este ejemplo uso datos de la ECH 2017 y tomo la escala de sueldos de la UdelaR para 2017, (salvando el problema del ajuste por inflación). Como complicación adicional, la ECH reporta datos sobre ingresos líquidos en tanto las escalas fijan remuneraciones nominales, por lo que utilizo los líquidos que se desprenden de los nominales de la escala.[9] Considerando todos los ingresos reportados por cada individuo y limitando la muestra a aquellos con ingresos positivos, estimo la tabla siguiente.[10]

Lugar en la distribución
Umbrales de ingreso (en $)
De
Hasta
25% mas pobre
               1
          11,834
25% al 50%
          11,835
          21,836
50% a 60%
          21,837
          26,500
60% a 70%
          26,501
          31,868
70% a 80%
          31,869
          40,000
80% a 90%
          40,001
          54,902
90% a 95%
          54,903
          73,958
95% en adelante
          73,959


Una vez hecho esto, utilizo los umbrales aplicados a los líquidos correspondientes a los nominales en la escala salarial de la UdelaR para generar la tabla siguiente (en PDF aquí). Dicha tabla ilustra otras problemáticas de la propuesta, derivadas del multi-empleo y la cantidad de horas trabajadas. Aquellas personas que tengan mas de un empleo (lo cual es el caso de algunos docentes con baja dedicación horaria, ubicados en el 25% mas pobre) podrían llegar a recibir varios recibos de sueldo que indiquen posiciones bajas en la distribución salarial, cuando lo que importa es la posición derivada del ingreso sumado de todas las fuentes. También, la distribución de ingresos proveniente de la ECH se nutre principalmente de ingresos de trabajadores a tiempo completo, por lo que la posición en dicha distribución de un individuo que trabaje solamente 3 horas a la semana puede no ser una medida muy informativa de nada.



A modo de conclusión

En esta nota tomo como datos que el apoyo a políticas redistributivas por parte de la población viene en caída, que esto esta relacionado con la percepción de cada individuo sobre su posición en la distribución del ingreso, y que esta percepción puede ser errónea. No discuto lo anterior ya que me centro en proponer una medida de bajo costo y fácil implementación que apunta a atacar el tema. La engorrosa discusión metodológica busca mostrar, por un lado, que la medida no está exenta de problemas y errores (y probablemente tenga otros más allá de los cubiertos aquí). Pero, también, ilustra lo fácil y barato de, al menos, hacer las cuentas. Sería necesario un trabajo técnico mas serio y profundo, claramente, para encontrar la manera adecuada de calcular y especialmente comunicar la posición en la distribución del ingreso. Pero dado que las escalas salariales estatales se actualizan en general en Enero, con algo de optimismo los restantes siete meses del año parecen suficientes para su implementación en alguna repartición del Estado que estuviese interesada en agregar un par de renglones a los recibos.[11]



Referencias

Cruces, G., & Tetaz, M. (2009). Percepciones subjetivas de la distribución del ingreso y preferencias por las políticas redistributivas. Avances de Investigación, 33.

Ravallion, M. and Lokshin, M. (1999), “Subjective Economic Welfare,” Policy Research Working Paper 2106, The World Bank.

Alesina, A. and La Ferrara, E. (2005). “Preferences for redistribution in the land of opportunities”, Journal of Public Economics 89(1).






[1] Ver por ejemplo cobertura en El Observador aquí y en Brecha aqui.
[2] Ver además nota de Rodrigo Arim sobre impuesto a la herencia; y nota de autores varios sobre políticas redistributivas en general y potenciales aplicaciones locales.
[3] Ver Cruces y Tetaz (2009) para una discusión en mayor profundidad de la evidencia empírica relevante.
[4] Vale decir, lo que se reporte no seria replicable o verificable externamente, y la sensibilidad de datos administrativos de este tipo hace que no sea del todo claro que sea factible utilizarlos en primer lugar.
[5] Probablemente la DGI tenga algo más de éxito en capturar los ingresos de los individuos en el tope de la distribución.
[6] Por supuesto, usar datos del INE “en tiempo real” no necesariamente sea algo factible técnicamente: el INE tiene sus propios tiempos de procesamiento de cuestionarios “crudos” a datos procesables.
[7] Esta formulación es una adaptación de la utilizada en Cruces y Tetaz (2009). Conste que la Encuesta Continua de Hogares 2017 lista unas 2.3 millones de personas con algún tipo de ingreso (remuneraciones, rentas, jubilaciones, pensiones, etc.) vale decir, la frase de arriba es una aproximación gruesa para simplificar. Formulaciones alternativas basadas por ejemplo en el cuestionario usado en el Latinobarometro podrían ser del tipo “Suponga que todas las personas que perciben algún ingreso se ubican en una escalera de diez escalones, con la misma cantidad de personas en cada escalón. En el primer escalón se ubican las personas con los menores ingresos de todos, luego las siguientes personas con menores ingresos, y asi hasta el escalón mas alto con las personas con mayores ingresos. Acorde a su ingreso mensual, usted se ubicaría en el escalón X.” Se puede adaptar el numero de escalones a quintiles o cuartiles pero se pierde la posibilidad de ir cambiando la escala.
[8] Excluyendo caja militar, policial, y otras cajas, para simplificar el calculo.
[9] Es decir, utilizo el valor liquido luego de descontar seguridad social e impuestos que surgen de utilizar la planilla de calculo de aportes para trabajadores dependientes de la DGI, llenando solamente el ingreso nominal mensual. Es decir, asumiendo no existen otras fuentes de ingreso, no hay personas dependientes, contribuciones al fondo de solidaridad, etc. Este es un problema exclusivo de esta nota; si alguna entidad pública decidiera empezar a reportar la posición en la distribución del ingreso de sus empleados, esta misma institución claramente sabe el ingreso liquido preciso correspondiente a cada individuo. La planilla esta disponible aquí.
[10] Este es otro detalle a tener en cuenta: la ECH recoge tanto los ingresos de la ocupación principal de la persona como el total de sus ingresos, sumando todas las fuentes. Si se piensa en informar via recibo de sueldo, podría ser relevante considerar la distribución del ingreso construida solamente en base al ingreso principal. Además, siempre existen individuos que reportan valores extremos (un peso uruguayo de ingreso al mes, por ejemplo), por lo que un trabajo técnico mas serio debiera discutir si y como excluir estos casos. Nótese que no restrinjo por edad, pero podría ser deseable utilizar la distribución reportada por personas en algún tramo particular (mayores a 13 años, por ejemplo).
[11] Por supuesto, lo ideal sería no duplicar esfuerzos y tener un solo grupo técnico generando una forma estandarizada de calcular y presentar la información, en vez de un juego de umbrales por repartición estatal. Con algo de suerte alguna institución (como el Ministerio de Economía y Finanzas, el Ministerio de Desarrollo Social, o la Universidad de la Republica) pueda liderar y las demás ir adoptando el estándar.

Los Nostradamus de la Economía

 ¿Se viene una crisis?

Por Fernando Esponda

Retrato de Nostradamus,
por el Dr. Niel

Nostradamus y el arte de predecir
Michel de Nôtre-Dame, más conocido como Nostradamus, es el pronosticador más famoso del mundo. Su estilo críptico y enigmático permitió que sus profecías, escritas en el siglo XVI, hayan persistido el paso de los siglos. Sus seguidores le reconocen haber predicho episodios ocurridos en el siglo XX, como el ascenso de Hitler al poder, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagazaki e incluso la tragedia uruguaya de los andes de 1972.
Predecir el futuro también es un arte en el que incursionan los economistas, quienes suelen intentar adelantarse a los acontecimientos. Algunos plantean que la predicción es central en la disciplina económica, y que la evaluación de una teoría económica debería basarse en su capacidad de realizar predicciones válidas y significativas (Milton Friedman desarrolla esta visión en su célebre y brillante ensayo “La metodología de la economía positiva”). Otros, por su parte, manejan una definición diferente de la disciplina y sus predicciones, planteando que un economista es basicamente un experto que sabe mañana por qué lo que dijo ayer que iba a suceder hoy no ha sucedido.
En los últimos tiempos comienzan a escucharse voces que, implícita o explícitamente, comparan la situación actual con la previa a la crisis del 2002, pronosticando la inminencia de una crisis. Este artículo intenta reflexionar sobre esta inquietud. ¿Estamos en una situación parecida a la previa de 2002? ¿Acaso estamos a un paso del abismo? ¿Se viene una crisis?

Horangel y la ciencia de la previmetría
Horacio Germán Tirigall, popularmente conocido como Horangel, es un astrólogo argentino. Horangel utiliza desde 1963 una técnica propia: la previmetría. Esta técnica, en palabras de su creador y único experto, “exige latitud, longitud y un estudio detallado de la población, que incluye alimentación y nivel sociocultural. Además, hay que estudiar historia y viajar mucho: se analiza un momento determinado para trazar las vectoriales al pasado, para saber por qué este presente es así y, sobre la base de eso, ver cómo será el futuro.”
La previmetría tiene una lógica muy razonable: las predicciones sobre el futuro deben basarse en elementos del pasado y el presente. De la mano del gran Horangel y su trazado de vectoriales veamos entonces qué sucedía con las principales variables económicas antes de la crisis de 2002, y cómo se encuentran estas dimensiones en la actualidad.


En primer lugar, veamos el PBI. Los tres años anteriores al 2002 el PBI uruguayo cayó: -1,9% en 1999, -1,9% en 2000 y -3,8% en 2001. Luego de la crisis Uruguay ha crecido todos los años, y aunque los últimos tres años el crecimiento se ha moderado, sigue siendo positivo: 0,4% en 2015, 1,5% en 2016 y 2,7% en 2017.
El desempleo es otra variable a considerar. De 1995 a 2006 Uruguay tuvo siempre tasas de desempleo por encima del 10%. Los años anteriores a la crisis los valores fueron de 11,3% para 1999, 13,6% para 2000 y 15,3% para 2001. De 2007 a 2017 los valores de desempleo han sido siempre menores al 10%, y si bien en los últimos años ha aumentado, sigue estando por debajo de sus niveles históricos: 7,8% para 2015, 8,2% para 2016 y 8,3% para 2017.[1]
El salario real, la otra variable estrella del mercado laboral, también ha tenido variaciones diferentes. Entre 1999 y 2001 el salario real no creció; entre 2015 y 2017 creció un 6%.[2]
En términos de endeudamiento, en los tres años anteriores a la crisis de 2002 la deuda neta que publica el Banco Central alcanzó valores de 23%, 26% y 32%, mientras que los valores para 2015, 2016 y 2017 han sido de 24%, 31% y 32%.[3]
El déficit fiscal entre los años 1999 y 2001 se mantuvo relativamente estable: 3,2% en 1999, 3,3% en 2000 y 3,4% en 2001. Por su parte, en los últimos tres años el déficit ha sido un poco mayor: 3,6% en 2015, 3,9% en 2016 y 3,5% en 2017.
La inversión como porcentaje del PBI entre 1999 y 2001 fue de 15%, 14% y 14%, mientras que entre 2015 y 2017 sus valores fueron de 20%, 19% y 17%.
(Finalmente, y aunque parezca obvio, igual vale la pena mencionar que los valores actuales son muchísimo mejores que los del año 2002, que cerró con una caída del PBI de 7,7%, un desempleo de 17%, una caída de salario real de 19%, un déficit fiscal de 3,7%, una deuda neta de 59% y una inversión del 12%).
En resumen, con respecto al período previo a la crisis de 2002, en la actualidad tenemos mayor crecimiento económico, menor desempleo, mayor salario real, similar deuda neta, mayor déficit fiscal y mayores niveles de inversión que en el período previo a la crisis. Teniendo en cuenta estos y otros indicadores los economistas pronostican un futuro de crecimiento económico: tanto analistas internos (según la encuesta de expectativas económicas del BCU) como externos (el Fondo Monetario Internacional) prevén crecimientos por encima del 3% para 2018 y 2019, superiores al promedio histórico del Uruguay.
A pesar de que las proyecciones de los expertos coinciden en que el Uruguay, lejos de entrar en crisis, va a seguir creciendo, las preguntas siguen latentes… ¿existe la sensación de que la economía no anda bien? ¿hay una separación entre los datos duros y puros y el “sentimiento” sobre la actividad económica presente y futura? ¿Se viene una crisis?

Baba Vanga y el sentimiento de los hombres
Vangelia Pandeva Dimitrova, más conocida como Baba Vanga, fue la más formidable vidente búlgara. En su juventud un tornado la hizo volar por los aires, provocándole complicaciones de salud que le causaron una ceguera permanente. La imposibilidad de ver su entorno presente vino, sin embargo, con el poder de visualizar el futuro. Se le reconoce haber predicho la muerte de Stalin, el desastre atómico de Chernobyl y la desintegración de la URSS. Sus predicciones van hasta el año 5079, en donde anuncia el fin del mundo. En el camino, la sociedad no se dividirá más en clases para 2076 (predicción que coincide con la del Ing. Grompone), los humanos vivirán como robots en el año 2111 y alcanzarán la inmortalidad en el año 4599.
La ceguera de Baba Vanga es una de sus características más pintorescas. A pesar de no poder ver el mundo presente, la adivina podía predecir cómo sería el futuro. A diferencia de Horangel, el método de Baba Vanga resulta menos racional, se independiza de ver la realidad, trasciende y toma como base el sentir de los hombres.
En Uruguay se percibe por lo menos para quien escribe cierto sentimiento colectivo de descontento con la economía, que trasciende a los datos macroeconómicos clásicos. Esta noción se ve reflejada en el índice de confianza del consumidor elaborada por la Universidad Católica, Sura y Equipos Consultores: la dimensión del índice referida a la percepción de la situación económica del país muestra, en diciembre de 2017, el peor valor de la historia del índice, cuya serie comienza en agosto de 2007. La imagen hacia el futuro que nos dan los expertos se diferencia de la imagen que tiene la ciudadanía.
Sobre esta diferencia me permito arriesgar hipótesis en cuatro niveles diferentes: la evolución del dólar, la evolución del desempleo, la comparación con el pasado reciente y la situación regional.
En primer lugar, pensemos en el dólar. Las dos últimas crisis del Uruguay, ocurridas en 1982 y 2002, se dieron en un esquema que los economistas llaman “tipo de cambio fijo”. En este marco, el gobierno tenía como objetivo establecer el valor del dólar (en los 80 se llamaba “la tablita”, en los 90 eran “bandas de flotación”). En estos esquemas el dólar subía menos que los precios en pesos, y a este proceso se le llamaba “atraso cambiario”. En el período reciente lo que ha sucedido es algo similar: el dólar está quieto y la inflación está entre 6% y 10%. De esta forma, quienes ven esta tendencia hacen memoria y piensan: esta película ya la vi, después de este desajuste entre dólar y precios internos, se viene la crisis.
Los economistas tienden a plantear que hay importantes diferencias entre este momento y los anteriores: que ahora el esquema es de “tipo de cambio flexible”; que a diferencia de 1982 y 2002, en la actualidad el gobierno no se compromete a mantener un valor del dólar;  que si bien existen intervenciones del Banco Central en el mercado, estas son para moderar las oscilaciones bruscas, no para fijar un nivel; que además la intervención del gobierno ha ido justamente en dirección contraria, actuando para que el dólar no baje; que, por lo tanto, no tiene sentido pedir que el gobierno fije un tipo de cambio más alto ni pedir un “dólar libre”. Sin embargo, más allá de estas explicaciones, el hombre agroexportador se autoconvoca y dice “todo muy lindo, pero el dólar sigue planchado, los costos en pesos suben, y eso me daña la rentabilidad, y la otra vez que pasó algo parecido se vino una crisis”.
Un segundo elemento es el desempleo. Si bien a los economistas nos encanta hablar del PBI (o, mejor aún, del “PIB”, un pequeño cambio en el orden de las letras que usamos para sentirnos especiales), es verdad que la gente no come PBI. Si bien es un valor relevante como resumen de la actividad económica, probablemente el dato más palpable para la gente es el del desempleo (Montesquieu decía que “un hombre es pobre no ya cuando carece de todo, sino cuando no trabaja”). Y entre estos dos datos se percibe un desacople: el PBI crece, pero las cifras de empleo y desempleo se encuentran estancadas, con una leve tendencia al alza en el último tiempo (aunque todavía con desempleo por debajo del 10%). Esta diferencia entre crecimiento del PBI y estancamiento de las cifras de empleo (no así de salario, que por suerte ha seguido subiendo) es otra posible fuente de explicación de este sentimiento. Así, el hombre trabajador se concentra y dice “todo muy lindo con que el PBI crezca, pero yo necesitaría que el empleo aumente y el desempleo disminuya”.
En tercer lugar, volvamos a hacer un ejercicio de comparación histórica. Si comparamos 2017 con 2007, veremos que hace una década el desempleo era mayor, el salario menor, el PBI menor, y la pobreza y la indigencia eran mayores. Sin embargo, la percepción de la situación económica era mucho mejor. El diferencial fundamental entre estos dos años no radica en las variables, sino en la valoración de las variables: en 2007, el pasado reciente era el 2002 (crisis, desempleo, pobreza); en 2017, el 2012 (mínimo desempleo histórico, máximos niveles de inversión). El mismo dato, ajustado por las vivencias recientes y las expectativas de las personas, es otro dato. Por eso el hombre que observa el pasado reciente recuerda y dice “todo bien, pero no me hable de hace quince años, porque yo tengo el recuerdo fresco de hace cinco años, y quiero seguir mejorando”.
Un cuarto factor es la situación de los países vecinos, que están sufriendo crisis económicas muy importantes en estos años. A pesar de este contexto, Uruguay no ha entrado en crisis. Por el contrario, ha crecido por encima del promedio de Argentina y Brasil durante los últimos siete años, el período más largo desde que hay registros, explicado por algunos economistas por el desacople regional que ha tenido el país tanto en la dimensión financiera como en la comercial. Más allá de este eventual desacople, la situación de los países vecinos atemoriza al hombre atento a la región, que lee los diarios y dice “todo bien, pero si ves las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.
De esta forma, el hombre agroexportador, el hombre trabajador, el hombre que observa el pasado reciente y el hombre atento a la región plantean distintas problemáticas. Y quizás sea este combo de inflación en dólares, desempleo desacoplado con el crecimiento, expectativas ajustadas y situación regional lo que está detrás de la diferencia entre las proyecciones de los expertos y el sentimiento de los hombres. Y sí, es verdad, son elementos que sin dudas deben ser tenidos en cuenta en la planificación de la política económica. Ahora bien, también es verdad que una cosa es señalar estos problemas, y otra cosa diferente es decir que ya estamos o que se viene una crisis. Y más allá de que existen sectores con problemas, de los datos no se desprende un escenario de crisis en el presente ni en el futuro inmediato.
En fin, más allá de poder tener una visión global, nunca sabremos con exactitud lo que nos deparará el futuro económico. Lo que sí sabemos es que siempre habrá pronósticos y pronosticadores, Nostradamus, Baba Vangas y Horangeles de la economía. El futuro ha sido, es y será un tema que despierta el interés de la gente, seguramente, como dice Woody Allen, "porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida."




[1] A efectos de realizar la comparación histórica, se utilizan datos de desempleo en localidades de 5000 y más habitantes.
[2] Variación en el promedio anual del índice de salario real.
[3] Deuda neta del Sector Público Global (http://www.bcu.gub.uy/Estadisticas-e-Indicadores/Endeudamiento%20Pblico/resdspg.pdf). La deuda neta calculada solamente como deuda bruta menos reservas internacionales alcanzó valores de 26%, 29% y 35% en el período 1999-2001, y de 30%, 38% y 38% en el período 2015-2017.

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