"Son todos narcos, y el presidente"

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Árturo C.G "Sociedad" Bajo licencia CC BY-NC-SA 2.0
Esta nota busca retomar algunos planteamientos realizados por una nota anterior en Razones y Personas y esbozar algunas reflexiones personales en torno a la forma en que se genera opinión pública acerca de lo que fuera categorizado como "las condiciones de debate en el ámbito universitario de las ciencias sociales" por el colega Nicolás Trajtenberg.

Primero que nada, considero que esta nota ha intentado dejar sentadas algunas reflexiones que si bien pueden tener algún aspecto que sería fructífero para el debate, algunos lineamientos generales que esboza su autor, son un poco errados, a mí modo de ver. Tuve oportunidad de leer la nota y de escuchar una entrevista radial acerca de la misma y considero que y como el propio autor ha dicho, así como sucede con algunos colegas académicos que podrían ser inconsistentes con sus argumentos o planteamientos en torno a ciertas temáticas de interés general, los argumentos de la nota planteada no se encuentran despojados de su propio sesgo o de sus propias caricaturas, de cómo el autor observa que la población académica y/o estudiantil de la Facultad de Ciencias Sociales es, según su foco. Lo cual no quiere decir que sea la verdad absoluta.

Considero que los ejemplos referidos al ámbito educativo de Estados Unidos no son extrapolables a nuestra realidad, ya que, cómo el propio autor señala, no pasan tal cual en nuestro ámbito universitario. Creo que el debate en un ámbito académico y democrático como la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República siempre existió, dado que y lo digo por experiencia propia (ya que me formé allí y también hace poco que trabajo allí) las diferentes visiones y posiciones políticas hacen a nuestra propia sociedad y el ámbito facultativo no deja de ser un reflejo de esto. Dado que es un ámbito democrático, diverso, variado, cuya estructura institucional goza de autonomía y cogobierno y vaya si han pasado conservadores por allí. Por ende, no podemos afirmar tan fehacientemente que las opiniones opuestas a las que expresan quienes adhieren políticamente a la izquierda, son "censuradas" o "bloqueadas".

El debate debe calar un poco más hondo. Tampoco estoy de acuerdo con otra afirmación del autor de que la Facultad o la Universidad en general no de una devolución de "en qué gasta la plata" o de sus producciones a la sociedad. La lucha por un presupuesto digno es merecida y justa y tiene que ver con los avances educativos y con no perder derechos. Ya que podemos ahondar un poco más en la realidad que estamos viviendo a nivel latinoamericano, donde Uruguay no se encuentra exento, en donde hay una clara arremetida de gobiernos conservadores y de derecha, que han logrado recortar presupuestos a la educación pública y a los organismos de investigación como por ejemplo el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) en Argentina y países donde priorizan una educación privada financiada por el ámbito empresarial de acceso privilegiado por sus altos costos como en Colombia o Chile por ejemplo.

Creo que si bien es muy válido el generar debate en torno a diferentes aspectos, no se debe perder el horizonte a la hora de afirmar que un ámbito "no da cuenta de algo", tampoco debemos olvidar que la universidad en general ha hecho grandes avances y mejoras en torno a su funcionamiento y en torno a su accesibilidad también. Una forma de dar cuenta o de devolverle a la sociedad algo de lo que ésta invierte en este ámbito, es mirar un poco cómo funciona la descentralización del ámbito educativo, donde con mucho esfuerzo se han logrado implementar Polos de Desarrollo Universitario en diferentes lugares del interior del país, respondiendo a las necesidades de cada zona.

Tampoco considero, como fue afirmado en otra instancia por el autor, que los docentes universitarios seamos unos privilegiados. Creo que la situación de trabajo de los docentes grados 1 y 2 no califica de privilegiado, tal vez los grado 5 que son dedicación total y para llegar a eso en este sistema de difícil acceso, mucha agua ha de correr. Creo que la docencia en el ámbito universitario es de las cosas gratificantes, pero también sacrificadas, para quien desea realizar una carrera académica, acumular horas sin parar, para lograr un salario medianamente digno y luego rezar para concursar por una efectividad y no tiene nada que ver con el acomodo. Tal vez el autor se olvide de debatir algo tan importante como que el propio ámbito universitario en el 2016, le hizo la vida imposible a una docente grado 2 interina que había sido madre, cuando tenía que renovar su cargo[1], cero privilegio. Entonces, apuntemos el debate a las carencias para que estas se fortalezcan en un ámbito universitario donde existe precarización laboral y explotación laboral también, esta última depende de los egos de algunos de los catedráticos con los cuales te toque trabajar, sobre todo para los que empiezan de abajo.

Por otro lado, es importante reconocerle a la Facultad de Ciencias Sociales el trabajo de militancia que ha hecho su centro de estudiantes, en donde permanentemente han logrado situar en el ámbito académico el tema de los Derechos Humanos y el Pasado Reciente, con militancia y con compromiso. Esto que ellos han logrado no se ve representando en las líneas de investigación de un Departamento de Sociología, donde falta claramente una postura comprometida en torno a esta área de investigación que no figura. Ahí tiene que estar el debate también, en el diálogo que debe haber entre la academia y otros ámbitos no académicos, donde hay equipos de investigación académica trabajando hace años en torno a esta temática específica por ejemplo.

Creo que lo que busca criticar la nota, es justamente en lo que cae, simplificando un debate, en torno a categorizar a quienes forman parte de ese ámbito en "buenos pensadores" o "malos pensadores", ni hay solamente "buenos" pensadores de izquierda, ni hay solamente "malos" pensadores de derecha. Pero se pierde un poco el eje cuando se busca ridiculizar o satirizar un debate en base a ejemplos ("de primer mundo") que no nos corresponden a nosotros, ni al ámbito académico donde estamos inmersos.


[1] https://ladiaria.com.uy/articulo/2016/6/parto-universitario/




ANCAP: qué sigue mal y qué hacer.



"ANCAP incorporó convoy de 22 vagones" por Secretaría 
de Comunicación-Presidencia, bajo licencia CC 2.0.

ANCAP se ha tornado un tema muy recurrente en la discusión política en Uruguay, asociado a la mala gestión que tuvo la empresa durante el período 2010-2015. En este contexto una suba del precio de los combustibles, incluso en un escenario de aumento del precio del petróleo y el dólar como la ocurrida a principios de este mes, genera un caluroso debate entre la oposición y el gobierno. No caben dudas de que ANCAP tiene que mejorar su gestión. Sin embargo, entiendo que los temas centrales a mejorar no se encuentran en los lugares que generalmente estos frecuentes debates visitan. Las principales reformas necesarias están relacionadas fundamentalmente a la estructura, gobernanza y regulación de los mercados en los que la empresa participa. En este artículo discuto tres puntos que considero centrales en una agenda de reformas: a) mejorar la división de roles entre el gobierno, ANCAP y el regulador, b) reorganizar y regular mejor los mercados en los cuales ANCAP participa como proveedor final o como parte de la cadena de producción, y c) discutir qué bienes y servicios deben integrar el portafolio de ANCAP y ser explícito en las políticas de subsidios sobre estos productos.
                                     
El primer punto que una agenda de reformas debería abordar pasa por una mejora en la división de roles entre el gobierno, ANCAP y el regulador. Un escenario como el actual donde los roles no están claros tiende a generar problemas de incentivos y de eficiencia. Uruguay saldó el debate, probablemente sin consenso pero con amplias mayorías, sobre la propiedad estatal de las empresas públicas. La propiedad estatal no es un problema en sí mismo, pero genera algunos desafíos desde el punto del gobierno corporativo de la empresa. Desde el comienzo la dirección de estas empresas ha estado atada al ciclo político, y esto ha presentado históricamente varios problemas. Por ejemplo, el hecho de que un presidente de ANCAP pueda ser candidato a un cargo genera fuertes incentivos a usar el aparato de las empresas públicas para beneficiar sus campañas políticas. Adicionalmente, los reguladores que deben controlar a las empresas ven muy reducidas sus capacidades ya que posteriormente sus directores pueden llegar a ser miembros del Poder Ejecutivo o Legislativo, con influencia directa sobre las agencias reguladoras.

En este marco, es necesario llevar a cabo una reforma del gobierno corporativo de las empresas públicas. Es fundamental tener una clara delimitación de los roles que debe tener el Gobierno, como representante de los ciudadanos, que somos los accionistas, los funcionarios profesionales, que deben ser los gestores de las empresas, y los reguladores de estas empresas (la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua, URSEA, en el caso de ANCAP). Los gobiernos deben establecer los criterios centrales y objetivos de corto, mediano y largo plazo para la empresa de forma regular. La gerencia de la empresa debe seguir estos lineamientos en su gestión y debe ser evaluada regularmente en base al cumplimiento de los mismos. Los cargos gerenciales deben ser ejercidos por profesionales en la gestión de este tipo de organizaciones, y tener prohibiciones efectivas para participar de los procesos electorales inmediatos a la finalización de su gestión. Por su parte, los reguladores deben regular a la empresa para controlar que, tanto en aspectos de seguridad como competencia, la empresa siga los lineamientos establecidos.

Otro aspecto relevante en el marco de las relaciones entre reguladores, ANCAP y administración de gobierno tiene que ver con la fijación de los precios de los productos de ANCAP. Estos precios no deberían ser usados para ajustar desvíos en la recaudación (por sobre el nivel decidido de impuestos) ni como herramientas de anclaje de la inflación. Este tipo de usos puede ser tentador e incluso tener beneficios en el corto plazo, pero a mediano y largo plazo genera problemas en la gobernanza de la empresa y en los incentivos para el gobierno y los reguladores. El proceso de fijación de precios debe realizarse por parte del regulador, una vez que la administración de gobierno ha fijado las tasas de beneficio compatibles con los planes de inversión de mediano y largo plazo de la empresa. Los precios deben reflejar los costos de producción y una rentabilidad esperada sustentable con esa corriente de inversiones.

El segundo punto a abordar en una agenda de reformas de ANCAP es la forma en que están organizadas sus cadenas de producción y distribución. En el camino por el cual los bienes y servicios que ANCAP produce llegan a los consumidores, la empresa queda envuelta en una serie de contratos con empresas privadas, con subsidios cruzados de actores públicos a privados y con subsidios de unos productos a otros. Típicamente, este tipo de organización y contratos oculta el nivel de eficiencia con el que ANCAP desarrolla la producción de cada producto, y puede generar rentas para algunos actores privados. A su vez, niveles inadecuados de eficiencia y rentas extra-normales de actores privados en la cadena pueden repercutir en mayores precios. Pensemos por ejemplo el caso del supergás. ANCAP produce el supergás y se lo vende a las empresas privadas para que lo envasen, usando de hecho una planta de envasado de ANCAP. Más aun, ANCAP compite con estas empresas vendiendo directamente a través de la empresa DUCSA que es de su propiedad. Este conjunto de relaciones, que además se regulan por contratos que no son públicos y por lo tanto son opacos, genera incentivos incorrectos en la cadena e ineficiencias. A esto se agrega que las ineficiencias en el caso del supergás tampoco se manifiestan directamente en su precio, ya que este producto está subsidiado a través de mayores precios de los otros combustibles que produce ANCAP. Así el precio de otros combustibles termina soportando las potenciales ineficiencias de la cadena del supergás.

En esta misma lógica de analizar por separado las diferentes etapas de la cadena puede servir para entender el debate sobre la libre importación de combustibles. Permitir la libre importación de nafta y gasoil, por ejemplo, solo afectaría los costos de la primera etapa de la cadena, la producción, sin afectar los costos de la distribución y venta al público. ¿Podría esta medida reducir el precio del combustible que paga el consumidor final y hacerlo más cercano al precio de paridad de importación? De acuerdo con los recientes estudios realizados por ANCAP, la etapa de fabricación y refinado de combustible ANCAP es eficiente, es decir que el costo de importar el combustible ya refinado sería mayor al de importar petróleo y refinarlo por parte de ANCAP. En este contexto, la libre importación no parecería ser una solución para las potenciales ineficiencias en este mercado que parecen ubicarse en las otras etapas de la cadena. Adicionalmente, aún si no fuera más barato que ANCAP produzca el combustible localmente a comprarlo al precio del mercado de importación, todavía existen motivos razonables para pensar que la refinación local es potencialmente positiva. Primero, el negocio de importación es un negocio con altos costos fijos. Por lo tanto aún si se permitiera la importación, sería razonable que pocos actores o quizás uno solo estén en el mercado para no duplicar los costos fijos. Si existiera un solo proveedor, también deberíamos regular a este importador para evitar que su poder de mercado se traslade a precios elevados. En segundo lugar, existen consideraciones de depreciación del patrimonio ya invertido, seguridad energética y soberanía que el país tendría que evaluar a la hora de pensar en esa solución y depender solo de las importaciones de combustible.

Así, nuevamente en este caso tal como en el del supergás, los problemas de ineficiencia parecen ubicarse en el entramado de relaciones con actores privados y de pagos y subsidios. Más aun, muchas veces el problema principal no es la falta o el escaso número de empresas privadas distribuidoras o de venta al consumidor final, sino los contratos que rigen los incentivos de los intercambios, pagos y subsidios entre la producción de ANCAP y la distribución y venta final. Es una tarea fundamental, para el regulador y no para ANCAP, estudiar la organización actual de estos mercados y proponer una mejor forma de regulación. En algunos casos, la solución podrá venir por mejorar la regulación existente, cambiando el diseño de pagos y subsidios que ANCAP establece con sus distribuidores y otras empresas privadas. Un ejemplo de avances en esta línea es el nuevo modelo de distribución de combustibles que ANCAP estableció para las estaciones de servicio. Sin embargo, también deben explorarse los costos y beneficios de soluciones que limiten el espacio de ANCAP en estas cadenas solo a la producción y venta a distribuidores, dejando un espacio de mayor competencia entre los privados para las etapas de la cadena, potencialmente eliminando la necesidad de regular el precio final de los bienes.  

El tercer punto a abordar es definir qué productos deben integrar el portafolio de ANCAP, buscando que todas estas líneas de negocios sean rentables, o haciendo explícitos y cuantificables los subsidios en los casos en los que se crean justificados. En particular, debe ser una prioridad que productos en los cuales ANCAP tiene el monopolio de la producción no terminen subsidiando la producción ineficiente de productos donde ANCAP enfrenta competencia. Este tipo de situaciones son complicadas por al menos dos motivos. Primero, porque aumentan los costos de productos donde ANCAP sí es eficiente en la producción, que en muchos casos son productos cuyos precios impactan en los costos de muchos otros productos de la economía. En segundo lugar, porque la presencia de ANCAP en mercados donde no es eficiente distorsiona el precio de estos bienes, generando rentas para los competidores privados. Un ejemplo de estas distorsiones es el caso de la producción de portland, donde los costos de producción de ANCAP parecen ser muchos más elevados que los de la empresa con la que compite en el mercado, probablemente incrementando el precio que pagan los consumidores finales. ANCAP debe definir qué va a hacer con esas líneas de producto, si justifican continuar la producción y en ese caso cómo establecer un plan de inversión tecnológica y readaptación del personal para hacerlo eficiente.  

La discusión sobre en qué actividades debe intervenir ANCAP se traslada obviamente también a las empresas privadas de propiedad de ANCAP y los negocios que ellas realizan. La capacidad de ANCAP de emprender nuevas inversiones y desarrollar proyectos rentables en sus áreas relevantes no debe estar a priori limitada, y estas empresas pueden configurar buenas formas de realizarlos. Sin embargo, estas empresas asociadas no pueden transformarse en una forma de limitar la transparencia ni la eficiencia de esas actividades. En el caso de ALUR, por ejemplo, la producción incluye varios subsidios, ya sea por el decreto que obliga la utilización de biocombustibles en otros combustibles derivados de petróleo, como por los precios transferencia que utiliza ANCAP para pagarle por el biocombustible a ALUR. Adicionalmente, en la decisión de producción en Bella Unión está también implícito un subsidio a esa zona del país, que puede estar justificado por objetivos de equidad y desarrollo local para la zona. Sin embargo, todas estas decisiones deben reestudiarse de forma transparente, y las decisiones sobre la continuidad o cambio de rumbo deben estar basadas en evidencia y compararse con otras potenciales alternativas. Más aún, en este tipo de decisiones que implican subsidios y se relacionan con otros objetivos de política, debe ser el gobierno (y no ANCAP) quien tome las decisiones estratégicas, y el monto de los subsidios asociados debería ser transparente para la sociedad.

En síntesis, entiendo que los principales temas de fondo sobre ANCAP pasan por mejorar el diseño y regulación de los mercados de los productos que produce. Un paso necesario para ello es generar más evidencia e información sobre las actividades de ANCAP y de los otros miembros de las cadenas productivas en las cuales ANCAP participa. La administración de ANCAP bajo la presidencia de Marta Jara ha realizado avances esta dirección, generando información sobre costos y haciendo otros avances en la mejora de la gestión. Sin embargo, estas mejoras no han tenido todavía un correlato en la discusión política sobre el tema. El elenco político ha tendido a concentrarse más en pasarse cuentas o defenderse, y los temas centrales para mejorar ANCAP en el futuro siguen todavía sin aparecer claramente en el debate. Quizás esto se debe a que las potenciales soluciones implican obviamente decisiones difíciles, ya sea por el lobby de las empresas privadas, por las presiones de los sindicatos, por la necesidad de fortalecer a los reguladores o porque generan un ambiente menos discrecional para las finanzas públicas. Ojalá que en esta campaña electoral que se está iniciando, el debate sobre ANCAP se centre, y esta vez en serio, sobre el Uruguay del futuro.

Agradezco los comentarios y sugerencias de Matías Brum, Sergio Pérez y Gonzalo Zunino. Las opiniones vertidas son de mi responsabilidad.

La universidad, la izquierda y el debate: porque no parece tan buena idea operarse en una cloaca

En los últimos años han ocurrido una serie de episodios en algunas universidades americanas que muestran un escenario preocupante sobre las condiciones de debate en el ámbito universitario de las ciencias sociales. Existe una creciente resistencia desde el estudiantado a aceptar discutir y siquiera conocer ideas, argumentos y autores conservadores o de derecha. [1] Independientemente de la virulencia de los incidentes, este rechazo a la discusión por un lado, y la creciente homogeneización ideológica de los académicos universitarios por otro lado, han demostrado tener efectos muy negativos tanto para el estudiantado como para la institución universitaria. En la Universidad Pública de Uruguay, y en particular en el ámbito de las ciencias sociales yo percibo una creciente polarización y dogmatismo en la discusión donde algunos temas (por ej. aborto, presupuesto para educación pública, femicidio, etc.) prácticamente no son o no pueden ser objeto de discusión so pena de ser descalificado de conservador o fascista.

En lo que sigue, quiero primero relatar tres hechos ocurridos en Universidades americanas que muestran esta resistencia a debatir y escuchar ideas conservadoras. Luego quiero hablar de un movimiento que ha ganado fuerza y que en base a dos ideas (micro agresión y alertas preventivas) busca limitar el debate público para ayudar a construir un espacio seguro de violencia para los estudiantes. En tercer lugar, quiero mostrar que ésta solución no es un gran idea y genera un montón de efectos perversos. Finalmente quiero terminar hablando de cómo esta problemática se puede conectar con los problemas de discusión que tenemos en el ámbito universitario de las ciencias sociales en Uruguay.

I. Episodios de resistencia a las ideas conservadoras en las Universidades Americanas

Hecho 1: La charla que nunca ocurrió del supuesto supremacista blanco

En 2017 el profesor Charles Murray fue a dar una charla sobre su último libro a Middlesbury College en Vermont, Estados Unidos. Sin embargo, se generaron fuertes resistencias desde un grupo de estudiantes que argumentaban que era inaceptable que la Universidad le diera una plataforma para una visión que consideraban era muy ofensiva. El problema era que tres décadas atrás Charles Murray había escrito (junto con el bioquímico Richard Herrstein) un famoso y polémico libro: The Bell Curve. Intelligence and Class Structure in American Life (Herrstein & Murray, 1994). En dicho libro Murray y Herrstein hacían varias afirmaciones controversiales entre ellas señalar que la inteligencia tenía un fuerte componente genético, y que existía un vinculo entre el nivel de inteligencia y la raza. Desde las autoridades de la Universidad se argumentaba que Murray había sido invitado por pedido de un grupo de estudiantes de la universidad y que tenían todo el derecho a hacerlo en tanto que miembros de la institución. Conforme se acercaba la fecha de la conferencia la situación se fue complicando y finalmente la charla no tuvo lugar ya que fue impedida por un conjunto de estudiantes enojados. La situación terminó tan mal que hasta la profesora de Middlesbury College, que iba a participar del evento junto con Murray, fue atacada y termino siendo atendida en el hospital (Stanger, 2017).

Hecho 2: No dejen hablar a la feminista anti feminista

En 2018 la filósofa Christina Sommers fue a dar una conferencia a la Escuela de Derecho del College Lewis & Clark. Sin embargo, un grupo de estudiantes se movilizaron para que la charla no tuviera lugar, y le pidieron a las autoridades que rescindieran la invitación, acusando a la universidad de defender la visión de dicha filósofa. ¿Cuál era el problema? Sommers es defensora de un feminismo liberal (que ella cataloga como feminismo factual) y en sus obras (por ejemplo, Who stole Feminism?) cuestiona fuertemente las variantes actuales de feminismo radical que según ella ignoran o interpretan los datos de la realidad en forma muy sesgada, y lo que es peor, sugieren políticas injustas que castigan inadecuadamente a las hombres (Sommers, 1995). Los estudiantes, intentaron bloquear el acceso al salón donde tendría lugar el evento, y luego ingresaron varias veces a interrumpir la charla enarbolando lemas del tipo ‘de que lado estas’, ‘ningún tipo de plataforma para fascistas’, y ‘lucharemos por la justicia hasta que Sommers se vaya’. Finalmente, luego de varias interrupciones, y viendo el clima que se había generado, se le pidió a Sommers que terminara su presentación, para pasar a las preguntas del público y terminar rápidamente el evento.

Hecho 3: Indicaciones sobre como disfrazarnos en Halloween

En 2015 el consejo de la Escuela Asuntos Interculturales del Silliman College de la Universidad de Yale, hizo una nota pidiéndole a los estudiantes que fueran más cuidadosos respecto a las implicancias de los disfraces que elegían ponerse en la fiesta de Halloween. Se recomendaba evitar usar disfraces que pudieran llegar a ofender porque se burlaran de costumbres religiosas o culturales importantes para las personas, y/o porque se basaran en falta de información, información sesgada, o estereotipos (FIRE, 2015). Algunos estudiantes se quejaron sobre esta nota y la profesora Erika Christakis que no solo es profesora de la Universidad, sino que tenía responsabilidades en la vida del campus, escribió una nota respondiendo a ese mail invitando a toda la comunidad a pensar sobre la polémica de los disfraces de Halloween. El mail era bastante moderado y simplemente intentaba discutir con más profundidad algunos matices que no parecían haber sido tomados en cuenta (Christakis, 2015). La respuesta de los estudiantes fue bastante dura. Fue acusada de ser una conservadora insensible al sufrimiento y humillación de colectivos culturales, y culpable de no ayudar a crear un espacio seguro para los estudiantes. Muchos estudiantes demandaron que fuera echada de la Universidad y varios se dedicaron a desarrollar una campaña de acoso y vergüenza pública por los medios. A pesar de recibir el apoyo del Decano del Silliman College, Erika no aguantó más y terminó renunciando a su rol docente y sus tareas en el campus.


II. Micro agresiones y alertas preventivas

Todos estos eventos ocurren en el marco de un movimiento que desde hace algún tiempo se ha posicionado fuertemente en varias Universidades de Estados Unidos, y que tiene un objetivo claro y explicito: eliminar todas las palabras o ideas que puedan resultar ofensivos y generan violencia y dolor psíquico o stress en los estudiantes. El objetivo es que la vida en la universidad constituya un espacio seguro y se parte de la base de que los estudiantes tienen bastante fragilidad emocional y están expuestos a serios daños sicológicos. De esta manera la política a establecer, es que cuando los profesores den clases, deben evitar las micro agresiones, es decir, todos aquellos términos, ideas, imágenes o referencias que aun cuando sean bien intencionados, puedan ser potencialmente violentos para algún estudiante. Y como medida complementaria, los profesores que van a hablar de algún tema que pueda causar fuertes reacciones emocionales, o stress deberían establecer unas alertas preventivas para que los estudiantes que puedan potencialmente sentirse mal, puedan elegir evitar esas clases y así prevenir sentirse traumatizados o retraumatizados por el tema. Existen muchos relatos de profesores denunciando que es prácticamente imposible dar clase sin sufrir los reclamos, denuncias y verse sometidos a investigaciones éticas por reclamos de los estudiantes. Hay un aspecto adicional relevante: todos estos hechos ocurren en el marco de un particular ambiente en algunas universidades americanas, donde los grupos de estudiantes más liberales o de izquierda tienen capacidad de movilizarse colectivamente, protestar y enfrentar enérgicamente a las autoridades universitarias, intentando bloquear ideas conservadoras que son consideradas inmorales, injustas y/o que generan estos graves traumas psicológicos al alumnado.

III. Porque la idea de un ambiente inmunizado de contaminación ideológica no es la mejor de las soluciones

Hay algo que parece intuitivamente problemático cuando una de las voces de un debate es bloqueada por la fuerza, y no precisamente la fuerza de los argumentos. Y esto es particularmente grave cuando las instituciones académicas universitarias son cómplices de ese bloqueo cediendo a presiones, o más indirectamente cuando los profesores empiezan a auto censurarse. Por supuesto que es bueno y saludable para la vida de las universidades que los estudiantes constituyan un cuerpo vivo, enérgico, activo y desafiante. Es más, es clave para una atmosfera universitaria dinámica que los estudiantes tengan su propia visión y voz, que muchas veces va a antagonizar con la visión de los profesores, y que puedan ejercerla en la vida universitaria y en el debate publico. Pero una cosa es defender su voz y visión en el debate, y otra cosa es pretender silenciar voces distintas declarándolas de antemano enemigas, fascistas e intrínsecamente inmorales y potencialmente victimizadoras o dañinas. Si las charla de Murray o de Sommers defienden una postura que se considera cuestionable y existen buenos argumentos para demostrar su debilidad, la solución no es hacer todo lo posible para impedir que presenten sus ideas apelando a distintas formas de violencia física o simbólica. Al contrario, es fundamental ir a debatir y demostrar sus problemas y errores. Si una autoridad cree que no debe limitarse la forma en que los estudiantes desean disfrazarse en Halloween y se cree que es equivocado, el camino no parece ser pedir que expulsen a esa profesora de la universidad sin mas. Al revés, hay que intentar convencer a dicho profesor del error de su razonamiento o de las consecuencias insospechadas de este tipo de posiciones. Mas grave aún es que muchos de éstos reclamos y cuestionamientos se han basado en visiones sesgadas, estereotípicas cuando no completamente falsas sobre los autores a los que rechazan. Por ejemplo, en el caso de Charles Murray, muchos de los estudiantes repetían citas sobre el racismo y clasismo de su libro, que no se habían molestado siquiera en chequear. De hecho, muchas de las citas racistas mencionadas por los estudiantes afirmaban lo contrario de lo que Murray establecía en su texto original (Stanger, 2017b).

Por otra parte, si el limite se encuentra allí donde alguien pueda potencialmente sentirse ofendido, casi cualquier argumento o tema pueden ser objeto de censura o auto censura. Por ejemplo, un docente presentando una clase inicial de Geografía o Astronomía que refiera al carácter casi esférico de la tierra sin haber establecido un alerta preventiva sería altamente irresponsable! El no sabe si alguno de sus alumnos no es adherente de la Flat Earth Society, y por tanto, cuestionar tan brutalmente su creencia en que la Tierra es plana, lo está avergonzando generándole humillación y stress psicológico totalmente evitable.

Pero además, impedir el debate en un sentido muy básico (tan básico que da vergüenza tener que explicitarlo por escrito) es una contradicción para la vida académica y universitaria. ¿Qué significa ser estudiante universitario y aprender algo de amor por el conocimiento, sino enfrentarse al debate y cuestionamiento de las ideas y nociones que tenemos acerca del mundo? Como señalan Lukianoff y Haidt, el método básico de enseñanza que empleamos es el socrático ya que fomenta el pensamiento crítico, donde la clave es estimular a os estudiantes, para que revisen y cuestionen muchas de sus creencias y valores. Sin embargo, esta actividad se distorsiona completamente cuando la idea de sentirse ofendidos, o potencialmente agredidos se transforma en una carta de triunfo frente a la cual hay que simplemente silenciar voces. Lukianoff y Haidt además advierten de cómo este tipo de medidas pueden afectar la calidad de la enseñanza. En lugar de prepararlos para enfrentar creativa y valientemente un mundo lleno de ideas diferentes y antagónicas de la suyas  que no podrán silenciar o controlar, este tipo de ambientes los prepara para pensar patológicamente en forma dogmática y protegida. De hecho, estos “ambientes protegidos de contaminación ideológica” preparan mucho más pobremente a los alumnos para la vida profesional dinámica, que exige la capacidad para enfrentar críticas y poder trabajar colectivamente con gente que muchas veces piensa diametralmente diferente de nosotros (Lukianoff & Haidt, 2015).

Pero además, enfrentando el disenso de esta manera no solo forma mal a los estudiantes para enfrentar el mercado laboral. Peor aún, la universidad se está cavando la tumba en términos de la calidad de su propia investigación científica. Algunos estudios recientes muestran como la falta de diversidad ideológica puede afectar seriamente la capacidad creativa del mundo académico para generar nuevos problemas y resolverlos. Un trabajo reciente en el campo de la sicología social muestra como en los últimos 50 años la academia ha perdido buena parte de la diversidad política que la caracterizaba. Pero lo más grave es que esta falta de diversidad política ha debilitado la calidad de la investigación por la vía de sesgar los temas y métodos de investigación, alejar a los investigadores de temas que son relevantes, pero políticamente incorrectos, y arribar a conclusiones que descriptivamente caracterizan en forma errónea no solo a los conservadores, sino también a los liberales (Duarte et al., 2015).

IV. Y ¿que tiene que ver esto con Uruguay?: operarnos en una cloaca

Este escenario parece bastante lejano a Uruguay, y en particular al ámbito de las ciencias sociales en la Universidad de la República que es el que yo conozco, y donde yo trabajo. Es verdad que todavía no hay reclamos sobre micro agresiones ni exigencias de alertas preventivos. No obstante, si es posible señalar dos cosas. En primer lugar, creo que no digo nada polémico si afirmo que hay un visible predominio ideológico de la izquierda. Estoy pensando más específicamente en la Facultad de Ciencias Sociales donde yo trabajo y donde se forman una importante masa de los cientistas sociales uruguayos. En segundo lugar, como mencionaba en la introducción, existen varios temas altamente complejos que merecen profundos debates filosóficos y científicos en la literatura internacional, pero que sin embargo, en nuestra institución para la mayoría de mis colegas y para la gran mayoría de estudiantes son temas trivialmente simples. Es decir, que no hay un debate genuino, no son problemas reales, y  por ende, la posición justa a tomar es clara. Y si uno siquiera plantea, no ya un antagonismo frente la posición mayoritaria, sino solamente dudas, o el deseo de no embanderarse como un barra brava, o un miembro de una secta religiosa, automáticamente pasa al bando de los fascistas.

·      ¿Es tan claro que los que están en contra de legalizar el aborto son todos unos católicos recalcitrantes adoradores de crucifijos, o será que puede haber algún argumento interesante en esa posición?

·      ¿Plantear dudas acerca de la necesidad y justicia de los cambios legales asociados al femicidio solo puede entenderse como el resultado de tener una visión machista, patriarcalista o insensible frente a la suerte de las mujeres?

·      ¿Oponerse a hacer paro y marchar para que le den más presupuesto a la Universidad, sin ninguna rendición de cuentas, lo transforma a uno en energúmeno neoliberal privatizador que está en contra de la Universidad Pública y del Estado?

·      ¿Plantear que no es simplemente imposible que puedan existir efectos perversos de algunas políticas sociales, significa que uno esté a favor de eliminar el MIDES y de asumir reglas de juego liberales que se despreocupen de poblaciones desaventajadas?

·      ¿No estar seguro de que medidas son más adecuadas para resolver el problema de los individuos homeless que viven en las instalaciones de la facultad, es un claro signo de insensibilidad social y despreocupación por los más débiles?

Cuando leo las falacias de falsa oposición y ad hominem que acabo de escribir me da vergüenza, pero es sencillamente en los términos en los cuales se plantea muchas veces el debate en nuestra institución. Lo vivo a diario: Colegas que no solo no tienen vergüenza alguna de plantear estos problemas (y muchos otros) en estos términos tan simples e inconsistentes, sino que no dudan en reprobar y estigmatizar a cualquiera que ose plantear dudas, por más moderadas que éstas sean.

Y ante el reclamo por una actitud un poco más objetiva y menos sesgada, la respuesta que por reiterada no deja de ser sorprendente: señalan que es una ingenuidad epistemológica querer tener un punto de vista desde ningún lado; que es imposible escapar a nuestros valores, prejuicios e ideología cuando desarrollamos la disciplina científica, y cuando opinamos sobre los problemas de la sociedad. Es más, no solo que es imposible ese desprendimiento ideológico, sino que es deseable estar imbuido de esa ideología, valores o preferencias. Cualquier intento de objetividad, a su juicio, se reviste de una falsa objetividad positivista.

Pero no es necesario recurrir a falacias de falsa oposición. Nadie le está pidiendo a los científicos de la Universidad que tengamos que purgarnos de nuestros valores o ideología. Pero una cosa es tener esos valores o posición moral, e intentar defenderla en forma honesta buscando combatir los sesgos de confirmación, e intentando discutir con la mejor versión de los argumentos de nuestros oponentes. Y otra cosa muy diferente es retroalimentar y fomentar esos sesgos y discutir con caricaturas de argumentos rivales. El economista Robert Solow planteó una analogía útil al respecto: que sea imposible tener total objetividad no significa que debamos perder todo decoro en el intento de explicitar y minimizar nuestros prejuicios y valores. Cuando tenemos que operarnos quirúrgicamente sabemos que es imposible lograr la asepsia total, no por eso estamos dispuestos a operarnos en una cloaca llena de mierda y ratas.

La imagen de la cloaca no puede ser más pertinente si pensamos en los debates anteriormente referidos, y en las distintas formas en las cuales se intenta restringir y excluir posiciones antagónicas o alternativas del espectro ideológico conservador o de derecha. La universidad como institución educativa y académica debería buscar activamente que exista diversidad y un debate rico y heterogéneo. No hacerlo, o por pasiva, permitir que ese debate se vaya deteriorando y volviendo más dogmático, va minando las propias bases sobre las cuales debe montarse una institución académica seria, legítima y valiosa para la sociedad. En última instancia, por mucho que los cientistas sociales nos esforcemos en disimularlo, la sociedad nos paga el sueldo por pensar. Tal vez es hora que empecemos a hacer eso por lo que nos pagan.

Referencias

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[1] La contraposición entre conservadores y liberales es utilizada por algunos autores como una aproximación de la contraposición entre derecha e izquierda (ver por ejemplo Haidt, 2010). Aunque la asociación izquierda – liberal  hace ruido en español, en el sentido anglosajón están bastante emparentadas, al menos con cierta parte de la centro izquierda o izquierda más moderada.

Hacia un Plan Nacional de Formalización

La informalidad en el Uruguay ha bajado, levemente, en los ultimos a ños, al menos en su definición tradicional: son informales aquellos tr...